Montería Española
Origen (Historia y tradición)
Desde un punto de vista histórico, la montería fue durante la Edad Media cualquier tipo de caza, ya que se entendía este vocablo en términos muy generales, pero en especial por la caza de aquellas especies que daban juego en la acción de caza por su combatividad y salvajismo, como los jabalíes y los osos. Durante mucho tiempo después, el resto de especies mayores, eran despreciadas por la nobleza, pues la caza era un remedo de la guerra, una preparación y un entrenamiento para ella. Esta era la forma de caza, propia de reyes y nobles, que nos presentan los autores de la época.
Asistentes a una montería celebrada a principios del siglo XX, en la Sierra de San Pedro. Celebrada en Valrehondillo (termino municipal de Cáceres). En el centro puede verse entre otros, montado a caballo y con su característico bigote, al conde de Romanones y también a miembros de la familia Sánchez, que fueron los organizadores de la montería, en donde no se mató nada. (Fotografía: Juan Eloy Sánchez)
Resultados de montería celebrada en la Sierra de San Pedro. Celebrada en 1909, en la manchaValcollado, de la dehesa Juan Ramos, por la famosa sociedad de caza «La Ibérica », también conocida como «Los de Cáceres». (Fotografía original en soporte de cristal cedida por Julio Galán y restaurada por Rafael Serrano Vicente)
Imagen de D. Pedro González Borreguero y Sra. participando en una montería. Este cazador era el capitán de la montería anterior. Como se ve, la asistencia activa de las mujeres a las monterías es mucho más antigua de lo que normalmente se supone. La imagen está muy recortada, pues en el original aparecen de cuerpo entero, donde se ven las armas que usaban y la Sra. portaba el famoso cuchillo diseñado por Covarsí. (Fotografía original en soporte de cristal cedida por Julio Galán y restaurada por Rafael Serrano Vicente)
La montería en la forma que se practica actualmente, tiene su origen en la segunda mitad del siglo XIX. Los participantes en las expediciones de caza que en aquellos tiempos se llevaban a cabo, se basaban en la agrupación de un círculo de conocidos que con intereses comunes se ponían de acuerdo para poder cazar de forma colectiva especies de caza mayor, en una época marcada por la escasez de las mismas. Casi nunca existían restricciones para el acceso a las propiedades rústicas para cazar en ellas, salvo en muy pocos vedados. Las expediciones duraban varios días y hasta semanas, y los resultados eran muy inferiores a los que se obtienen hoy en día.
La montería tal y como hoy está conceptuada, tanto la denominada comercial y el resto (invitación, peña de socios y otras muchas formas de organización), de un día de duración, empezó a practicarse a partir de mediados de los años 50-60 del siglo XX, y es la que hoy podemos denominar con el nombre propio de Montería Española.
Fotografía de un partida montera constituída por unos personajes no identificados, atravesando un río en algún lugar de los Montes de Toledo, durante el año 1920. (Fotografía cedida por Cesáreo Martín Martínez)
Organización:
LAS ARMADAS
Son las líneas imaginarias de tiradores que normalmente se sitúan en el perímetro de la mancha a batir, para que las reses en su escapada pasen por los puestos que las componen y sean tiradas por los monteros situados en ellos. La montería es una forma de caza que se basa en la táctica militar del cerco y obedece ancestralmente a la incapacidad de acceder a estas reses en un monte agreste y apretado. Existen varias clases de armadas; de «cierre» o «huída» y las «traviesas». Las de cierre pueden ser de varios tipos entre las que destacamos la de la «cuerda» (se emplaza en la ladera superior de la mancha a batir), la del «sopié» (la parte más baja de la mancha), la de la «frontera» (el final de la zona a batir o donde los perros se dan la vuelta) y la de la «suelta» (lugar donde se sueltan y los perros). Existen muchos otros nombres propios o «las traviesas» (situadas en el corazón de la mancha).
Es importante definir donde se sitúan las armadas, atendiendo a criterios de querencias de huída de las reses, el acceso de los monteros para hacerlo en el menor tiempo posible, la recogida de las reses cobradas y la seguridad de su ubicación.
COMO ECHAR LA MANCHA
La forma de echar la mancha depende de la propia disposición de la misma, de la disposición de las armadas, de su composición geográfica y de otros múltiples factores, como el tamaño o la posible duración de la montería.
La nomenclatura propia de la montería española, utiliza entre otros los siguientes términos;
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«Al tope». La suelta de las rehalas se realiza en lugares diferentes, van cazando unas hacia las otras y al encuentro se vuelven cada una a su lugar de suelta.
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«Dándole la vuelta». Rodeando toda la mancha, si la orografía lo permite, cazando en paralelo una rehala con otra y finalizando en el mismo lugar donde se soltó.
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«A una mano». Los perros recorren toda la mancha desde la suelta hasta el final de la misma, donde se concentran y recogen, no volviendo a cazar de vuelta.
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«De ida y vuelta». Las rehalas recorren toda la mancha en una dirección hasta el final, y vuelven cazando hasta el lugar de la suelta.
Una rehala atraviesa el cortadero y los monteros se cambian a la posición de enfrente
(Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
LAS REHALAS
Es un conjunto de 20 a 30 perros dirigidos por un perrero, que tiene el cometido de buscar la caza, encontrarla, levantarla y acosarla latiéndola, para marcar su trayectoria, y forzar su huída para que llegue a las posturas (definición de Pedro Gonzalez de Castejón). Ha de poseer entre sus cualidades, olfato, tesón y valentía, pero en su conjunto, no individualmente por cada uno de los perros que la componen. Cuanto más abiertos cacen los perros, cuando más pronto se concentren cuando el perrero o las circunstancias lo requieran, cuanto más largas sean las ladras evitando el volverse a los pocos metros de la arrancada de la reses, o cuanto más conjuntados estén los perros, se considerará mejor una rehala que otra.
Identificación de los perreros participantes en la montería celebrada el 19 de diciembre de 1961 en la finca El Poyuelo. (Fotografía cedida por César Fernández de la Peña)
Rehala abrevando en una balsa (Fotografía: Rehala Capablanca)
Las rehalas se pueden concertar de varias maneras para que asistan a las monterías:
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Por invitación; el propietario de la rehala aporta sus perros y su perrero, teniendo un puesto por ello y normalmente recibiendo el perrero una propina por su participación.
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Por gratificación o alquilada; el propietario no tiene derecho a un puesto, sino que recibe una contribución económica pactada por su trabajo.
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Por cesión de puestos a terceros; el propietario de la rehala, recibe uno o varios puestos y se ha de encargar de cederlo/s de forma gratuita o a cambio de dinero a quien estime oportuno.
En demasiadas ocasiones entendemos que no se reconoce la importancia real que tienen las rehalas por parte de algunos propietarios de fincas, organizadores de monterías o peñas de monteros, sin reconocer que son básicas para el desarrollo de la montería, y las prestaciones que el propietario de la rehala obtiene por su participación están muy lejos de lo que aportan. Bien es verdad que hay rehalas mucho mejores que otras, y en demasiadas ocasiones no se valora su calidad.
El número de rehalas que deben cazar una mancha depende del tipo de terreno y su vegetación, su tamaño en hectáreas y el posible número de reses que alberga la mancha. Acertar en ello es primordial para garantizar el éxito de la jornada, pues nunca deben faltar perros ni tampoco sobrar, estorbándose unos a otros en su labor.
Participantes:
La montería, símbolo por antonomasia de la caza mayor colectiva, agrupa a muy diversas personas, actividades y funciones. Cada uno de los participantes ha de realizar una determinada labor, y admitiendo que existen muchas variaciones, podíamos resumirlas en:
CAPITAN DE MONTERIA
La misión del capitán de montería es coordinar, organizar y dirigir la montería siendo la máxima autoridad en esa celebración, y responsable último de lo que allí ocurra. Toma las decisiones necesarias para el buen funcionamiento de todas las cuestiones relacionadas con esa montería, da las instrucciones pertinentes a los monteros, coordina a todo el personal asistente, pone las normas a seguir y dirime con sus decisiones cualquier tipo de controversia que pueda ocurrir.
Un bonito pabellón de caza donde recibir a los monteros. (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
Junta del sorteo en una montería llevada a cabo en Lugar Nuevo el 15 de febrero de 1964. (Fotografía cedida por César Fernández de la Peña)
POSTORES
SLes corresponde organizar la salida de la armada, comprobar que todos los monteros están preparados, ordenar la salida al mismo tiempo, explicar los pormenores de cada puesto a su ocupante, con expresa mención de las medidas de seguridad y de donde estarán colocados el resto de monteros. Ha de cumplir los horarios previstos, ahorrando retrasos perjudiciales para todos. Al final de la montería, se encargará del marcaje y la coordinación de la recogida de las reses que se hayan abatido en su armada y de los monteros que la componen.
Los participantes van acudiendo al punto de reunión (Fotografía: Cesáreo Martín Martínez)
PERREROS
Son el corazón y alma de la montería con los monteros. Tienen que trabajar todo el año con innumerables tareas para que los perros que componen la rehala formen un equipo sólido y preparado para sacar y perseguir a las reses. Deben seleccionar cada día los perros más apropiados para el tipo de montería a la que se va a asistir, deben permitir que haya perros que cacen alejados o que persigan a las reses a grandes distancias, agrupándolos de vez en cuando por las zonas más espesas de monte, deben respetar la mano sin rezagarse o adelantarse, han de tener buena resistencia física para salir airosos de orografías agrestes y en días de climatología adversa. Los perreros tienen muchas obligaciones y normas a respetar, su función es conducir sus perros para que las reses lleguen a las posturas, rematando reses heridas agarradas por sus perros y actuando eficazmente cuando se produzcan agarres de reses prendidas por los perros. Son sin duda la esencia de la montería española, sin ellos no hay montería, y desgraciadamente en muchos casos su labor es silenciada y poco apreciada en la montería moderna.
Perreros durante un noviazgo en la finca Fontanarejo el 22 noviembre 1960. (Fotografía cedida por César Fernández de la Peña)
El podenquero con sus perros (Fotografía: Rehala Capablanca)
Reunión en el patio de la quinta (Fotografía: Cesáreo Martín Martínez)
GUIAS DE LAS REHALAS
Las rehalas han de ser siempre guidas por un conocedor en profundidad de la mancha. Evaluará el trabajo de los perros, orientará a los perreros en sus acciones, indicaran donde hay que concentrar a los perros en zonas querenciosas, ordenará su progresión en el monte, su orden y trayectoria con el ritmo necesario.
MONTEROS
Son los cazadores que ocupan las posturas. Han de respetar todas las normas de seguridad, las indicaciones del capitán de montería, los cupos máximos propuestos y se han de comportar de forma ejemplar y con honestidad en sus acciones. En otro apartado nos ocuparemos con más detalles de la forma correcta de actuar en el puesto.
SECRETARIOS
Auxiliares que van con el montero al puesto. En muchas ocasiones son personas que ayudan al montero a acceder al puesto, le asesoran, le aconsejan en los lances y le ayudan en todo lo que le requiera en cobros y carga de reses. En ocasiones son simplemente personas que controlan al montero y ayudan al organizador para controlar lo que se avista en el puesto, se dispara, hiere y cobra para dar fe al capitán de montería o el organizador.
ARRIEROS O RECOGEDORES DE RESES
Son las personas encargadas de sacar las reses del monte. Algunas veces, durante el transcurso de la montería acompañan a las rehalas para sacar a los cargaderos los animales cobrados en la mancha o agarrados por los perros. Al finalizar la montería, recorrerán los puestos de una armada, recogerán las reses marcadas y las acercarán a los lugares donde pueden ser cargadas para llevarlas a la junta, labor que han de hacerla en el menor tiempo posible.
Jaime de Foxá con los perreros de la montería celebrada en el Chopo del Encinarejo el 23 de diciembre de 1960. (Fotografía cedida por César Fernández de la Peña)
Acarreando las piezas (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
MAESTRO DE SIERRA
Suele ser el guarda de la finca o un local que asiste al capitán de montería como un práctico conocedor de la mancha y sus reses, planifica el cierre de la misma y la estrategia para la echada.
Especies (monteras)
El Ciervo (Cervus elaphus hispanicus)
Es junto al jabalí la especie emblemática de la montería Española. En la jerga montera, se le denomina de diversas formas atendiendo a su tamaño o edad:
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Vareto; cuando el ciervo desarrolla su primera cabeza que normalmente son dos varas, aunque en algún caso puede desarrollar alguna punta más en animales de excelente calidad.
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Horquillón; denominación que normalmente corresponde a su segundo año de vida o segunda cabeza, suele presentar luchadera o punta inferior y las cuernas suelen estar cada una de ellas rematadas por dos puntas.
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Venado; a partir de su tercera cabeza o año de vida. A partir de esa edad, ya suele presentar varias puntas en cada cuerna.
El Jabalí (Sus scrofa)
Pieza reina de la montería. En la montería española se le denomina también guarro, marrano o cochino, así como con diversas denominaciones locales. Hay que intentar evitar decir «jabalíes con boca», término que últimamente se ha puesto de moda para denominar aquellos jabalíes machos con grandes defensas o colmillos, ya que boca lógicamente tienen todos hasta los más pequeños, denominados en la jerga montera «rayones» si son crías o «bermejos» cuando tienen unos pocos meses de vida.
El Muflón (Ovis aries)
Al igual que el gamo, se repobló en España en muchas zonas a principios de los años 60 del siglo XX, alcanzando hoy en día importantes poblaciones tanto en fincas privadas como en montes públicos propiedad de la Administración.
El Corzo (Capreolus capreolus)
Pieza habitual de las batidas o monterías en el norte de España, también se ha cazado con frecuencia en los montes del centro de España y en algunas zonas del Sur Peninsular. En muchas provincias españolas está prohibida su caza en montería, entre otras cosas porque normalmente no cuentan con cuernas formadas y plenamente desarrolladas entre los meses de noviembre a febrero, fechas donde se realizan y celebran la mayoría de las monterías en España. Existen monterías específicas de corzos en el norte de España que se celebran entre los meses de septiembre y octubre, y monterías de corzos en las provincias de Cádiz y Málaga que se celebran en el mes de marzo.
El Arruí (Ammotragus lervia)
Óvido procedente de las montañas del norte del continente africano que fue repoblado inicialmente en la provincia de Murcia y posteriormente en fincas privadas. Se ha expandido en importantes núcleos poblacionales de Valencia, Andalucía y Castilla la Mancha y han pasado de ser una especie que se cazaba exclusivamente a rececho a ser considerada pieza de montería.
Posturas y seguridad:
Condiciones para la colocación de las posturas:
1º Querencia natural:
Se han de colocar solamente donde las reses tengan tendencia a escapar o exista posibilidad física de que lo hagan. Hacer lo contrario es propio de organizadores ávidos de ingresos dinerarios.
2º Efectividad:
El monte circundante no ha de impedir practicar el tiro.
La posición del puesto debe tener una justificación práctica o de efectividad.
La calidad de un puesto no se mide en la querencia, ni tampoco en la extraordinaria visibilidad o posibilidad de tiro, sino que hay que conjugar ambas considerando la posibilidad razonable de jugar el lance y ofrecer su fruto.
3º Seguridad:
El tercer factor es la seguridad de todos los integrantes de una montería: monteros, podenqueros, perros, guías, etc.
De poco vale examinar la seguridad si no ha cumplido las dos premisas anteriores.
Una vez elegido el emplazamiento, habremos de confirmar que no se compromete la seguridad de nadie.
Canal Cazavisión
Programa: A debate Nº 7
Posturas y seguridad en la montería, Santiago Segovia, Real Club de Monteros
Una torreta es una buena medida de seguridad (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
La seguridad en la colocación de las posturas:
• Se han de utilizar todos los accidentes orográficos a nuestra disposición para afianzar la seguridad.
• Se deben desalinear los puestos todo lo posible aprovechando los accidentes del terreno.
• En caso de no ser posible porque el terreno sea muy llano, alinearlos perfectamente.
La seguridad en los cortaderos:
• Los disparos se deben realizar siempre a res pasada, nunca recibiendo.
• Los puestos se cambiaran al pasar las rehalas, todos al mismo tiempo y coordinados por el puesto más alto.
• En los caminos y pistas forestales se debe utilizar el mismo sistema.
En los caminos y pistas forestales se debe utilizar el mismo sistema que en cortaderos
(Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
Número de portillos en la mancha:
• El criterio no se ha de definir en función de los resultados económicos, sino con aspectos cinegéticos y de seguridad nada más.
• Se debe analizar el grado de cobertura dependiendo de la orografía de la mancha.
Los postores o capitanes de armada:
• Han de explicar a cada montero los pormenores de su portillo, las querencias de las reses y la sistemática operativa de la montería desde la perspectiva de su puesto.
• Deben avisar de sus posibles circunstancias y asegurarse de que los monteros colindantes conocen su posición.
Los monteros llegan al punto donde han de dejar los vehículos
(Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
Los monteros se dirigen a sus puestos conducidos por el capitán de armada
(Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
El día de la montería:
Normas generales y de seguridad:
• No se deben despachar los agarres con el rifle.
• En los agarres ha de ayudar el más cercano; montero o perrero. Si se acude al agarre, avisar a los vecinos.
• Ningún trofeo merece estropear una rehala.
• No pegar a los perros que trajeron la res. Dejarlos morder y luego echarlos suavemente.
• Si se mata por error un perro avisar al perrero y devolver el collar, aparte de resarcir económicamente a su propietario.
• No tirar a hembras seguidas de crías ni a las guías de los grupos familiares.
• No tirar al viso, se debe siempre enterrar la bala.
• No doblar el puesto por las siguientes razones:
• Se invade la jurisdicción de los vecinos.
• Se tiene doble capacidad de fuego.
• Es peligroso para el compañero y para el resto de monteros.
• No mejorarse en el puesto respetando las distancias con los vecinos y su jurisdicción.
• No disparar en línea con los vecinos para prevenir rebotes.
• Dejar cumplir las reses. No cortar las carreras y menos las de los vecinos.
• En cortaderos cambiar de posición al paso de las recovas.
• En cortaderos no tirar reses que entran a contramano –de venite-, o tan sólo hasta la mitad del cortadero.
• No disparar al tarameo sin identificación previa del objetivo.
• No tirar al blanco al finalizar la montería.
• No disparar tras la señal de finalización.
• No moverse del puesto, ni abandonarlo hasta que el postor o capitán de armada nos recoja.
Un venado atraviesa una pista en donde se hace patente como debemos actuar en estos casos
(Fotografía: Luís Nicolás)
Un venado irrumpe en el cortadero (Fotografía: Gonzalo Varas Romero)
Hay que asegurarse bien donde puede ir la bala antes de tirar
(Fotografía: Gonzalo Varas Romero)
La forma en que se disponen las posturas en un camino tiene su importancia; hay que disparar de rabo, nunca recibiendo (Fotografía: Cesáreo Martín Martínez)
Ocurre a veces que se presenta un conflicto por la propiedad de un trofeo. Sin embargo, la montería española dispone de un código para estos casos, por mucho que en ocasiones se presenten circunstancias nada comunes, como es el caso que traemos a esta página, dilucidado en los años 70 por Jaime de Foxá y recogido en las páginas del diario ABC.
Señalización de la mancha:
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Ese día cualquier camino habrá de estar cerrado al paso si fuera posible, señalizado con carteles que anuncien de forma clara e inconfundible que ese día no se ha transitar por los mismos. Estos carteles han de tener cierta calidad para cumplir su función.
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Es mejor colocar las armadas en zonas ligeramente apartadas de los caminos. Hoy día cualquier persona se siente con derecho a invadir la mancha e irrumpir en medio de la línea de fuego si fuera necesario, y encima quejarse porque nos hemos puesto a cazar en mitad del campo, aduciendo que el campo es de todos.
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En muchos casos los caminos no tienen servidumbre de paso, ya que son particulares, pero su propietario nunca ha visto razón para cerrarlo, por lo que se interpreta erróneamente que son públicos. En estos casos, lo mejor es cerrarlos, aunque sea temporalmente, y señalizarlos adecuadamente, ya que así encontrarán la explicación al cierre.
Correcta señalización de una mancha abierta (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
Distintos tipos de señalización permanente de las posturas (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
Distintos tipos de señalización permanente de las posturas (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
Llegando al puesto (Fotografía: Zalo Varas)
En la colocación de los puestos:
• Una vez llegados al punto donde se dejan los coches, o donde nos deje el tractor, el postor ha de volver a pasar lista.
• Si la colocación se efectúa desde los coches simplemente iremos parando en cada puesto, llamando al interesado y colocándole en su puesto.
• Se explicarán las particularidades del mismo, como trabajan los perros desde su perspectiva, las querencias y más probables huidas de las reses, y se asegurará que demarca su posición con respecto al anterior y al posterior.
• Muy importante explicar a cada armada el trabajo de los perros, porque a veces pueden interpretar que los perros ya han pasado por lo que ya no pueden esperar mucho más de la montería.
• En la recogida de las armadas, ante un retraso del postor, por supuesto olvido, se retiran cuando a lo mejor comienza la parte más sustanciosa de la montería para esa cara. Esta es una situación que crea peligro.
Todo dispuesto para comenzar (Fotografía: Santiago Segovia Pérez)
La recogida y acarreo de piezas:
Una vez rematada la montería los postores han de proceder a la recogida de los puestos, operación que ha de efectuarse con cierta diligencia y a la hora señalada. Lo primero al llegar a cada puesto es tomar nota en el listado correspondiente de los animales que han cortado por el mismo, los disparos efectuados y las reses cobradas. Se acercará a cada una de ellas con el montero, y las marcarán con la etiqueta correspondiente, para identificar su propietario, y en función del sistema de recogida de las reses establecido, se actuará. De presentarse un conflicto sobre la adjudicación de una res, es en este momento cuando hay que dirimirlo, no en la junta de recogida.
LAS FOTOGRAFÍAS
El montero no se ha de encaramar nunca encima del animal, ni le ha coger de las orejas, ni nada parecido. Se debe acoplar a su lado de la forma más relajada posible y en igualdad de condiciones con ese precioso animal que le ha deparado la suerte en ese día. Se ha de procurar que la tomen desde un ángulo donde no aparezca en la imagen la lengua fuera de la boca, ni tampoco ninguna herida o sangre, llegando incluso a interponerse el montero entre el objetivo y las heridas para ocultarlas del ojo de la cámara, o colocando hábilmente el rifle u otro implemento sobre ellas, y procurando que la res aparezca en la forma más natural posible, sin posiciones forzadas. El subirse encima de un animal recién abatido es un acto de pésimo gusto y de poco respeto hacia quien hemos quitado la vida. Un animal montaraz, bravo y astuto, que nos ha hecho pasar quizás uno de los mejores días de nuestra vida, no se merece ese trato.
La recogida y acarreo de las piezas hasta la junta ha de ser rápida
Bibliografía:
Los primeros clásicos.
Ediciones españolas:
JENOFONTE (1ª mitad del siglo IV a. de C.)
Las obras de Xenophon / trasladadas del griego en castellano por el Secretario Diego Gracián, dividido en tres partes, dirigidas al Serenísimo Príncipe Don Philippe nuestro señor.
Salamanca: Juan de Junta, 1552.
OPIANO DE APAMEA (siglo III)
Tratado de Caza. Oppiano. Cynegetica / Biblioteca Nazionale Marciana de Venecia. Cod.GR.Z479 (=881)
Valencia, Patrimonio Ediciones, 2002.
LIBRO de la montería qve mando escrevir el mvy alto y mvy poderoso rey Don Alonso de Castilla, y de León, vltimo deste nombre. / Acrecentado por Gonçalo Argote de Molina.
Impreso en Sevilla: Por Andrea Pescioni, Año 1582.
LIBRO de caza del Rey Modus (se escribió entre 1353 y 1377) /
Prólogo de Juan Herrera. Madrid: R Díaz Casariego Editor.
Ediciones de Arte y Bibliofilia, 1985.
PHOEBUS, Gaston (Conde de Foix).
(Livre de chasse: 1387 – 1389)
El Libro de la Caza / Gaston Phoebus.
Madrid: Edilan, 1977.
Siglo XV
Ediciones españolas:
JUAN I, Rey de Portugal. (manuscrito: 1415-1443)
Libro de montería del Rey Juan I de Portugal / Introducción por Manuel Terrón Albarrán; versión libre al castellano por Gonzalo de Macedo Sherman.
Madrid, Círculo de Bibliofilia Venatoria, 1990.
TRATADO de montería del siglo XV: Manuscrito del Museo Británico / publicado y anotado por el Duque de Almazán. Barcelona, Duque de Almazán; Imprenta Instituto Gráfico Oliva de Vilanova, 1936.
Siglo XVI
Ediciones españolas:
BARAHONA DE SOTO, Luis
Los diálogos de la montería: Manuscrito inédito de la Real Academia de la Historia / Luis Barahona de Soto; edición e introducción de Francisco R de Uhagón.
Madrid, Impr. Y Fund. De Tello, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1890.
DIÁLOGOS de la montería, Manuscrito inédito del Siglo XVI (Manuscrito de la biblioteca del Palacio de Oriente) / los publica por primera vez con introducción, notas y apéndices el Duque de Almazán; y les precede, una advertencia preliminar de Fr. Julián Zarco Cuevas.
Barcelona, Instituto Gráfico Oliva de Vilanova, 1935.
VALLES, Juan
Libro de acetrería y montería / por Juan Vallés.
Sevilla, Bibliófilos Sevillanos, 1947
DISCURSO sobre la Montería / por Gonzalo Argote de Molina. Obra cuya publicación siempre ha ido pareja con el Libro de la Montería, que aparece en tercer lugar de esta bibliografía venatoria.
Siglo XVII
PEDRAZA GAITAN, Pedro de
Libro de montería compuesto por Pedro de Pedraza Gaitán. Manuscrito inédito 8.285 de la Biblioteca Nacional de Madrid / Edición preparada, con introducción, transcripción y notas humanísticas por Manuel Terrón Albarrán. Ed. Facsímil del Manuscrito.
Badajoz, Manuel Terrón Albarrán, 1984.
MATEOS, Juan
Origen y dignidad de la caça / por Juan Mateos, Ballestero principal de Su Magestad; con portada grabada por Pedro Perete.
En Madrid, por Francisco Martínez, año 1634.
MARTINEZ DE ESPINAR, Alonso
Arte de ballestería, y montería, escrita con méthodo, para escusar la fatiga, que occasiona la ignorancia. Dedícale al Sereníssimo Señor don Balthasar Carlos Philippe de Austria, Príncipe de las Españas y Nuevo Mundo / Alonso Martínez de Espinar, que dá el Arcabuz a su Magestad, y Aíuda de Camara del Príncipe Nuestro Señor; prólogo de D. Francisco de Quevedo y Villegas; grabados
de Juan de Noort.
En Madrid, en la Imprenta Real, Año de 1644.
Siglo XVIII
ARELLANO, Juan Manuel
El cazador instruido y arte de cazar con escopeta y perros a pie y a caballo que contiene todas las reglas conducentes al perfecto conocimiento de este exercicio: contiene la enseñanza de traer al caballo, el reconocimiento de la escopeta con la enseñanza de tirar, los tiempos de buscar la caza en sus comederos con el tiempo de sus crías, el modo de enseñar y criar los perros perdigueros, y perros maestros, con la enseñanza de hacer plaza para coger la caza mayor, y varias reglas y curiosidades al perfecto conocimiento de este ejercicio / su autor Don Juan Manuel de Arellano.
Madrid, en la oficina de Joseph González, 1745.
D.J.M.G.N.
El experimentado cazador o perfecto tirador / compuesto por D.J.M.G.N.
Madrid, Aznar, 1790.
Siglo XIX
TROCHE y ZÚÑIGA, Froilán
El cazador gallego con escopeta y perro / Froilán Troche y Zúñiga.
Santiago, Imprenta de la V. e H. de Compañel, 1831.
TENORIO, José María
La aviceptología o manual completo de caza y pesca, dividido en 3 tratados, el primero contiene los ardides, trampas y estratajemas que se emplean para cojer todo género de aves, con otro tratado sobre la crianza de los pájaros de jaula y canto. El segundo contiene la caza de montería o
caza mayor. El tercero de la pesca, o pescador práctico, este tratado es el resultado de los conocimientos adquiridos por una larga y estudiada práctica. Por D. José María Tenorio.
Madrid, Imprenta de Llorenci, 1843.
el CAZADOR práctico o arte de manejar la escopeta, con las reglas para cazar, y precauciones que han de tenerse para evitar las desgracias que suelen acarrear los descuidos de los cazadores.
Madrid, Imprenta de D. Manuel Romeral, 1844.
Tratado de Caza
Por Carlos Hidalgo y Antonio Gutiérrez González
Madrid, Imprenta de Manuel Álvarez, 1845.
TESORO de montería o arte de buscar, perseguir y matar la caza mayor.
Reglas y curiosidades para el perfecto conocimiento de este ejercicio / Obra recopilada por una Sociedad de Cazadores.
Madrid, Imprenta de D. Ramón Campuzano, 1858.
ALBENTOS, Marqués de
Arte general de cacerías y monterías, escrito con método para escusar la fatiga que ocasiona la falta de práctica / Por el M. de A.
Sevilla, Francisco Álvarez, 1862.
La Caza. Derechos y deberes del propietario y del cazador / Comentados por José de Argullol y Serra y por Francisco Maspous y Labrós.
Barcelona, El Porvenir de la V. de Bassas, 1867.
BENICIO NAVARRO, Felipe
El libro de la montería es el tratado de venación de D. Alfonso el Sabio / Felipe Benicio Navarro.
Madrid, Aribau, 1878.
NAVARRETE, José
En los montes de la Mancha / por José Navarrete; con una carta prólogo del Excmo. Sr. D. P.A. de Alarcón.
Madrid, Librería de Fernando Fé; Sevilla, Librería de Hijos de Fé, 1879.
SÁNCHEZ, Rafael
Una cacería en el Coto de Oñana / Rafael Sánchez.
Sevilla, E. Rasco, 1888.
BELMONTE y CLEMENTE, Fernando
Carta en que se describen unas cacerías memorables en la villa de Trigueros / Fernando Belmonte y Clemente.
Sevilla, Ángel Resuche, 1888.
COVARSÍ, Antonio
Narraciones de un montero: Contiene relatos venatorios, forma de cazar, caballos, perros, armas y útiles para estas fiestas cinegéticas. Obra única en su género / por D. Antonio Covarsí.
Badajoz: Tipografía El Progreso, de Antonio Arqueros, 1898.
UHAGÓN, Francisco
Viñuelas / Francisco Uhagón.
Madrid, Viuda e hijos de Tello, 1899.
MORENO CASTELLÓ, José
El Campo y la Caza / José Moreno Castelló.
Jaén, Tomás Rubio y Campos, 1900.
La Caza.
Narraciones cinegéticas por España / Selección de textos: L. Bustamante y Ríos, Abel Chapman y E. Pérez Escrich; Narraciones de caza y montería redactados por una Sociedad de Cazadores.
Madrid, Guillermo Blázquez, 2000.
Más allá de la memoria. Crónicas del siglo XIX. Andalucía y Norte de España. 1845 – 1899 / Recopilación, selección, transcripción y notas realizadas por el Marqués de Borghetto y el Conde de Priego.
Madrid, Círculo de Bibliofilia Venatoria, 2013.
Siglo XX
PIDAL Y BERNALDO DE QUIRÓS, Ignacio
Cacerías por tierras de España (1896 – 1936) / Ignacio Pidal y Bernaldo de Quirós; introducción de la familia.
Madrid, La Trébere, 2012.
MORALES PRIETO, Pedro de
Las monterías en Sierra Morena a mediados del siglo XIX: Narraciones de caza; Historia de un jabalí de Sierra Morena contada por él mismo / Escritas por D. Pedro Morales Prieto.
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BRIONES PARRA, Antonio
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También de este autor, se difundió entre amigos, un opúsculo impreso en ordenador, con fotografías incluidas, titulado Treinta años con los perros, 1973 – 2003, que repartió firmando: Perico Castejón.
MIR JORDANO, Rafael
Caza Mayor en España. Y más lejos / Rafael Mir Jordano.
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CHOCLÁN JIMÉNEZ, Felipe
Sierra Morena, jaras adentro / Felipe Choclán Jiménez; prólogo de su hijo Felipe Choclán.
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OLÍAS RUBIO, Juan de Dios
Los perros. Mis pareceres / Juan de Dios Olías.
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CASTELLANO BARÓN, Rafael
CONDE DE TRASTAMARA
Bibliografía Venatoria Española y otros libros de interés para cazadores / Rafael Castellano Barón, conde de Trastamara.
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La actividad cinegética en Córdoba / José González Arenas, Luis M. Arias de Reyna Martínez y Pedro Ruiz Avilés; fotografías de Juanma Caballero.
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CALVO MUÑOZ, Salvador
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JIMÉNEZ, Emilio
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DÍAZ DEL CAMPO, Félix
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Premios Jaime de Foxá 1996 – 2007 / Real Club de Monteros
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MARTÍNEZ RUS, Ángel
Andar a monte /Ángel Martínez Rus.
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AGUAYO, Mariano
Desde mi testero. Cosas de la sierra. / Mariano Aguayo
Madrid, Almuzara, 2009.
CASTRO GARCÍA, Pedro
Ecos del Monte / Pedro Castro; ilustraciones de Pedro Castrortega.
Madrid, Serbal de los Cazadores, 2009.
AGUAYO, Mariano
El gran libro de la rehala / Mariano Aguayo; colaboran: Alfonso Aguado Puig, Marqués de Valdueza, Conde de Trastamara, José Luis Domínguez Torres, Alfredo Esquicia Domecq, Luis Higuero López – Montenegro, Pedro Medina Casado, Marqués de Laula y Juan de Dios Olías Rubio.
Córdoba, Editorial Almuzara, 2009.
LÓPEZ DE CEBALLOS, Javier
Recuerdos. II Viviendo de la caza / Javier López de Ceballos.
Madrid, Otero Ediciones, 2009.
GONZÁLEZ DE CASTEJÓN, Pedro
Batiendo Monte. Memorias del Taramales / Pedro González de Castejón; prólogo de Emilio Jiménez.
Madrid, La Trébere, 2009.
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Lances Camperos / Manuel de Juan; ilustraciones de Honorato del Hierro.
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Dignidad de la Caza Marqués de Laula.
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IBAÑEZ LÓPEZ, Romualdo
La montería en verso / Romualdo Ibáñez López
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AGUAYO, Mariano
Del Monte y la Montería / Mariano Aguayo; colaboran: Marqués de Valdueza, Marqués de Borghetto, Marqués de Laserna, Mariano Aguayo Fernández de Córdova, César Fernández de la Peña, Juan Béjar Delgado y Conde de Priego.
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La Historia y la Caza en la Sierra de San Pedro. Hasta 1970 / Rafael Serrano Vicente; prólogo de Manuel García Villalón.
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DE JUAN, Manuel
Lances Camperos II: Confesiones de una espuela y un cuchillo de remate / Manuel de Juan; ilustraciones de Honorato del Hierro.
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LÓPEZ DE CEBALLOS, Javier
Recuerdos. III Siempre cazando. / Javier López de Ceballos.
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Familia Garoz. 3 Generaciones de Taxidermistas.
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MONTERÍAS Y CAZA MENOR. Fotografías de Ragel 1920 – 1935.
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Catálogo de Trofeos de Caza 1991 – 1995 / Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza.
Madrid, Venatoria y Jeep, Arias, 1999.
Catálogo de Trofeos de Caza 1996 – 2000 / Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza.
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Trofeos de Caza. Caza en Castilla y León / José Lara Zabia, Elisa Cacharro Caminero y Fernando Benito Álvarez.
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Catálogo de Trofeos de Caza 2001 – 2005 / Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza.
Madrid, Banif, Centro Gráfico Alborada, 2009.
FÓRMULAS DE HOMOLOGACIÓN DE TROFEOS DE CAZA
Ministerio de Agricultura
Fórmulas Oficiales de Valoración / Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial. Servicio Nacional de Pesca Fluvial y Caza.
Madrid, Diana, 1963.
Madrid, Gráficas Martín, 1970.
CIC
Baremo de medallas para los trofeos de caza del mundo / CIC Consejo Internacional de la Caza y de la Conservación de la Fauna. Redactado y recopilado por G. Kenneth Whitehead, en colaboración con Werner Trense, A.J. Hettier de Boislambert y Nicolás Franco.
Madrid, Nicolás Franco – Strips Editores, 1986.
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Fórmulas Oficiales de Homologación de los Trofeos de Caza / Marqués de Laula; dibujos de Josechu Lalanda.
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LAULA, Marqués de
Fórmulas CIC para Homologar los Trofeos de Caza Españoles / Marqués de Laula.
Madrid, Venatoria y Jeep, Gráficas Valentina, 2000.
NOTARIO GÓMEZ, Rafael
50 años de Homologación de trofeos de Caza Mayor en España. Fórmulas oficiales y metodologías de valoración, los mejores ejemplares de cada especie y evolución de las capturas / Rafael Notario Gómez; prólogo de José Luis Vicente González, Jesús Palacio Alberti y Tomás Yanes García.
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SÁNCHEZ GASCÓN, Alonso
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Madrid, Exlibris Ediciones, 2004.
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Salve montera:
Jaime de Foxá entre otros, en el santuario
(Fotografía: César Fernández de la Peña)
SALVE MONTERA
Dios te salve, Virgen de la Cabeza, Reina y Madre de misericordia, que desde las solanas del Jándula, atalaya sois de las cumbres incómodas.
Vida, dulzura y esperanza nuestra en la grandeza de vuestro altar serrano, que cierran en columnas de rocas enmontonadas los peñones del Tamujar y del Rosalejo, sobre los azules retablos de la Sierra Madrona.
Dios te Salve, Patrona de los viejos monteros.
A ti te llamamos, Señora de las Pedrizas y de las Umbrías, los desterrados hijos de Eva, que ven en Vos, la luz inmaterial que ilumina los riscos.
A ti suspiramos, Patrona de los portillos y de las manchas, gimiendo y llorando en éste valle de lágrimas, que a tus pies dividimos para tu patronazgo en esos valles del Estena y del Bembézar, del Bullaque y del Sardinilla, del Jándula y del Guadiana, que en el mapa de España mosaico son de nuestra humilde ofrenda.
Ea, pues, Señora, Abogada nuestra, desde tu alto Santuario, laureado y castrense, bendice aquellos suelos que tu mirar sencillo endulzó siempre y cierra desde la áspera negruna de los Alarcones y el Contadero, hasta la sonrisa soleada de Valdelagrana y el Socor, el garabato femenino de tu bendición generosa.
Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, para que la fuerza de tu amparo se extienda a los más lejanos alcornocales de Hornachuelos y de la Sierra de San Pedro; a los bravíos montes de Ciudad Real y de Toledo; a las nieves del Pirineo y de Cantabria, donde unos hombres de buena voluntad, adorando a la Creación entera, en ti adoran a la más alta y tierna de las criaturas.
Y después de éste destierro, Virgen Santa de Andújar, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima! ¡Oh, piadosa! ¡Oh dulce siempre Virgen María! Protege a cuantos aman las soledades que te sirven de manto y el aire puro que es corona de luz en tu santuario.
Ruega por nos, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar tus mercedes en el servicio de una caballerosa regla de intemperies, que ya condujo a Eustaquio el Romano, a Germán el Galo y a Huberto el de Aquitania, por la senda que lleva a gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén. ¡Viva la Virgen de la Cabeza!
Jaime de Foxá y Torroba, conde de Rocamartí
Santuario de la Virgen de la Cabeza (Fotografía: Santuario de la Virgen de la Cabeza)
Manifiesto de la Montería:
La Delegación Española del Consejo Internacional de la Caza y de la Conservación de la Naturaleza (CIC), la Federación Española de Caza, la Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza, el Real Club de Monteros, y las Asociaciones de Productores de Caza (APROCA) de Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León y Extremadura (APROCNEX) conscientes del riesgo de devaluación de los principios tradicionales que dieron secularmente a la montería su singularidad y carácter, acuerdan la divulgación de este Manifiesto con el propósito de defender y mantener la esencia de una actividad fundamental para nuestra caza mayor.
Declaración preliminar
La defensa de la caza y su cultura, como actividad integrada en la socioeconomía rural y del ocio, y en la defensa de la naturaleza, pasa por la mejor gestión y el buen uso de los recursos cinegéticos.
La montería, practicada desde hace ocho siglos, es el espejo de la caza mayor española, con unas características que la han hecho única en el contexto de las técnicas de caza mundiales. El olvido de sus normas consuetudinarias, a través de promotores o practicantes poco rigurosos, y de la evolución de los métodos de explotación del campo, suponen para la montería un descrédito pernicioso que afecta a la caza entera.
Por otra parte, las reglamentaciones venatorias se hacen cada vez más intervencionistas, sin puntos de referencia reales con los intereses que administran. Es precisa la participación inexcusable de los cazadores en el área de tales decisiones, y llevar a ellas lo más depurado y tradicional de sus actividades, que a lo largo de toda su historia consiguieron no sólo un equilibrio racional en sus recursos, sino el mantenimiento de unos territorios en óptimas condiciones naturales.
Es necesario, por tanto, proteger a la montería clásica, mediante una reordenación de su ejercicio, aconsejando a sus practicantes la asunción de los rasgos principales que siempre se estimaron indispensables para su modelo y prestigio.
Este Manifiesto no pretende, en ningún caso, que la montería sea un compendio de ritos anacrónicos ni que suponga la exigencia de unos modos contrarios a nuestro tiempo. Entienden los convocantes que la montería puede evolucionar junto a las circunstancias venatorias actuales, sin merma de sus valores, adaptándose perfectamente a las características de la moderna gestión de la caza mayor y a las pretensiones de los monteros de hoy.
Asimismo, desean expresar los convocantes su preocupación por el incremento de determinados procedimientos de caza mayor, tendentes a garantizar los resultados mediante fórmulas artificiales referidas a la cría y adaptación de las reses, y al acondicionamiento ventajoso de los cazaderos.
Dichas acciones confunden la autenticidad de la montería, al practicarla en condiciones que no sólo adulteran su esencia, sino que no justifican su sistema.
Recopilación de normas de la montería
Para los fines propuestos, se ha considerado que la recopilación de las pautas habituales para llevar a cabo correctamente una montería puede resultar un instrumento de utilidad, al establecer una referencia que, por su sencillez, sea admitido por todos como indispensables. Estas normas prácticas se expresan en forma de Recomendaciones, a imagen de las emitidas por el Consejo de Europa en 1985, relativas a las sugerencias para un código de comportamiento del cazador.
Precisamente en el enunciado de unas Recomendaciones elementales, advertimos que el reiterado olvido de muchas de ellas conduce a desvirtuar un ejercicio cuya grandeza reside en el simple mantenimiento de su tradición y bien hacer. Aunque las Recomendaciones están dirigidas a los distintos responsables que intervienen en la montería, el conocimiento general de las mismas pretende la formación de una conciencia integral que proporcione a los practicantes la definición de un estilo.
Las Recomendaciones se incluyen anejas al Manifiesto.
Declaración final
Las instituciones que avalan este Manifiesto acuerdan:
PROMOVER la divulgación de estas Recomendaciones por todos los medios a su alcance, para que lleguen a conocimiento general del mundo de la montería.
SOLICITAR a todos los monteros de cualquier condición y experiencia la adopción de estas Recomendaciones como guía básica de su actividad.
MANTENER la vigencia de estas Recomendaciones, procurando que las mismas sean recogidas en la norma y espíritu de las reglamentaciones administrativas.
FOMENTAR la observancia de estas Recomendaciones mediante la creación de un Premio anual que distinga de forma puntual las más destacadas actuaciones presididas por la finalidad de este Manifiesto, para lo que será recabado el patrocinio y apoyo de las entidades oportunas.
Octubre de 1994
I – RECOMENDACIONES A ORGANIZADORES DE MONTERÍAS
1. Sobre la colocación de puestos en la mancha
1.1 Estudiar con el tiempo y mayor detalle posible la mancha a dar, y cómo se ha de cortar y montear. Marcar los puestos de manera que estén acertadamente colocados, tanto desde el punto de vista de la seguridad de los monteros y auxiliares participantes como de las carreras de la caza.
1.2. Si los puestos se señalan en cortaderos, procurar que éstos tengan el trazado conveniente y la limpieza deseable. Evitar aquellos que se encuentren fuera de línea y los instalados junto a mallas cinegéticas.
1.3. Evitar en todo caso el exceso de puestos en una montería, evaluando con rigor los que la mancha admite lógicamente y sin peligro.
2. Sobre el capitán y los auxiliares de la montería
2.1. Designar siempre un capitán de montería, subrayando su autoridad y la prevalencia de su criterio en los conflictos de tiro o de primera sangre que puedan presentarse.
2.2. Asegurar que los postores conocen bien los puestos en cuanto a su situación y uso. Al término de la montería los postores habrán de auxiliar y comprobar la retirada a la junta de toda la armada a su cargo.
2.3. Organizar racionalmente el movimiento y aparcamiento de los vehículos en los límites de la mancha, sin abusar de su utilización.
2.4. No permitir que se corten los trofeos en el monte, y arbitrar las medidas oportunas para que las reses lleguen con rapidez a la junta para el disfrute de todos los monteros.
2.5. Facilitar a todos los monteros, en la medida de lo posible, personal o medios a fin de que rastreen por sí mismos las reses heridas para que no se queden en el campo, procurando su cobra hasta términos razonables. El rastreo por parte del cazador debe limitarse a las horas de luz de la misma jornada.
3. Sobre las rehalas participantes
3.1. Contar con las rehalas oportunas, sin exceso de número, que hace molestarse unas con otras en menoscabo de la caza. Ordenar la suelta en los lugares adecuados y convenidos, según las características de cada una de ellas.
3.2. Facilitar a los perreros el auxilio de guías que conozcan la mancha para que se respeten las manos previstas y asistirles para el rescate de perros perdidos.
3.3. Recordar el papel principal de las rehalas en la montería, seleccionándolas en base a su eficacia y a la profesionalidad y ética de los perreros, y evitando aquellas ocasionales o las reunidas sin garantías. Dedicar a podenqueros y propietarios la consideración debida, estimulándonos en su trabajo cuando merezcan la distinción de la alabanza.
4. Sobre la asistencia a los monteros
4.1. Proporcionar a los monteros la máxima información posible sobre la mancha a cazar, facilitándoles esquemas de situación y características, nombres e identificación de las rehalas e instrucciones propias de la finca. Reclamar a todos los participantes su colaboración para proteger la limpieza del campo.
4.2. Exigir la puntualidad de la junta correspondiendo a la misma con tiempos previstos para atender a los monteros y armar la mancha, y arbitrar medidas para que todos conozcan el fin de la montería y no adelanten o demoren su repliegue por carecer de guías o medios.
4.3. Procurar la integración del montero en las características, el desarrollo y el resultado de la montería. Mantener, en todo caso, las reglas tradicionales de hospitalidad y bien hacer.
4.4. Sostener la institución de los noviazgos, con la necesaria aceptación de su propuesta y el control en la mesura de su desarrollo.
II – RECOMENDACIONES A LOS MONTEROS
1. Sobre la actitud ante la montería
1.1. Tener siempre presente que los resultados de una montería son aleatorios y pueden estar sujetos a circunstancias ajenas al propósito de organizadores y propietarios. Nadie puede garantizar un resultado en todos sus términos por lo que no es justo valorar la montería mediante índices que se reduzcan a la cobra obtenida. Así deben de ponderarse factores como los de la organización, los compañeros, la calidad de las rehalas y el talante montero, en suma, de la experiencia compartida.
1.2. Recordar que en las monterías de invitación deben de guardarse al propietario, entre otras, dos prerrogativas: colocar a los monteros según su criterio, y reservarse la propiedad de los trofeos que se cobren. Éste último extremo supone el solicitar permiso previo antes de cortar y llevarse un trofeo de la finca.
2. Sobre la incorporación a la montería
2.1. Cumplir con puntualidad la cita a la junta, presentándose a los organizadores y compañeros.
Permanecer atentos a las instrucciones y sorteos, y no demorar con su ausencia la salida de la armada.
2.2. No abusar para su comodidad del uso de los vehículos en el interior de la mancha, ni llevar un excesivo bagaje de útiles al puesto, que complicarán siempre el traslado de las armadas. Es recomendable participar con ropa discreta, a ser posible de usos tradicionales.
2.3. Procurar que los acompañantes en el puesto sean los mínimos o indispensables, y en ningún caso se deben de doblar las armas, provocando el riesgo de accidente para los demás y para ellos mismos. Los acompañantes guardarán el silencio y compostura de respeto para los vecinos de la armada.
2.4. Exigir al postor que le indique la colocación de sus compañeros de armada, y posteriormente asegurarse con ellos mediante contacto visual directo, o de referencias suficientes, para hacer la composición sobre el terreno de las posibilidades de disparo. La seguridad de los asistentes debe de constituir un factor primordial, prevaleciendo sobre cualquier otra causa.
3. Sobre las armas y el uso de las mismas
3.1. No utilizar armas inadecuadas que provoquen la pérdida de animales heridos. Por la misma razón, no se debe de disparar a distancias excesivas, donde la probabilidad de un impacto certero es problemática. El montero procurará, asimismo, el portar cuchillo de remate que le permita dar muerte a una res agarrada de perros, o cederlo a alguien con experiencia en caso de que careciera de ella en este tipo de lances.
3.2. Las normas de seguridad en el tiro deben aplicarse con el máximo nivel de exigencia, recordando que ocultos por el monte puede haber perreros, guías, acemileros y guardas, en los lugares más impensados. Por ello, nunca debe dispararse contra el horizonte o el viso, y jamás sobre un movimiento de monte o bulto que no haya sido identificado de manera indudable.
3.3. Camino de las posturas no deben portarse armas montadas ni disparar contra reses que pudieran saltar al paso. El montero no preparará sus armas hasta llegar al puesto y antes de abandonarlo volverá a descargarlas.
3.4. En la mancha no deben probarse las armas ni tirar al blanco, incluso finalizada la montería. Ello puede dar lugar a accidentes, a confusiones en el personal auxiliar y entre perreros y perros, ya que estos últimos dejarán de obedecer a las llamadas de recogida.
4. Sobre la caza y la cobra
4.1. Una vez colocado, el montero no debe abandonar el puesto salvo circunstancias imprevistas, en cuyo caso lo comunicará a sus vecinos de armada de manera determinante. Nunca se alterarán las posturas para disparar mejor a las reses o para cortar sus viajes con ventaja. Es preciso permanecer en el puesto hasta el fin comprobado de la montería.
4.2. Respetar las carreras de las reses, haciéndolas cumplir al propio puesto, sin disparar a las que, distanciadas, se dirigen presumiblemente a otras posturas próximas.
4.3. Acatar siempre la regla de la primera sangre. La resolución de las confusiones que hayan podido producirse sobre el terreno del lance, cordial y correctamente, y sólo en caso de discrepancia, recabar el criterio del capitán de montería, a cuya decisión deben de someterse los monteros.
4.4. Comprobar en los casos de duda si la res fue herida y hay sangre en el tiro o sus inmediaciones.
En tal circunstancia, debe el montero procurar la cobra de la misma, así como auxiliar al compañero dedicado igualmente a pistear. Una vez localizadas las reses, marcar su situación con señales visibles y bien colocadas para facilitar su retirada del campo. Asimismo, debe señalizarse apropiadamente para identificar a su cazador.
4.5. Al finalizar la montería, los participantes deben de comunicar al capitán todas las incidencias apreciadas en el desarrollo, como número de reses vistas, posibles defectos de colocación del puesto, comportamiento de las rehalas, etc. Con ello cooperarán eficazmente a la mejora de las futuras monterías en la mancha.
5. Sobre el respeto y atención a los perros
5.1. El montero está obligado a respetar y apreciar a los perros, que son la base de la montería. Un inadecuado comportamiento hacia ellos puede alterar la labor de preparación y eficacia de una rehala.
5.2. No pegar ni espantar violentamente a los perros cuando muerden a la res cobrada, sino dejar que se ceben con ella un tiempo razonable y luego instar con suavidad a que la abandonen para que regresen a la mancha.
5.3. No disparar a una res rodeada de perros, ya que existe una alta posibilidad de herir o matar a uno de ellos. Este peligro se acentúa en caso de agarre, donde hay que excluir al rifle para el remate. La sola detonación producirá la espantada de los perros, y la próxima vez dejarán al perrero o montero solo ante el animal. Al agarre debe acudirse con el cuchillo, y si se carece de experiencia en estos trances, aguardar la llegada del podenquero y otro montero.
5.4. Si por un error o accidente el montero hiere o mata a un perro, debe de asumir su responsabilidad, comunicando la incidencia a perreros y organizadores.
III – RECOMENDACIONES PARA TITULARES DE REHALAS
1. Sobre la uniformidad de la rehala
1.1. Acudir a la montería con un número suficiente de perros que permita batir con eficacia la mano encomendada, considerando adecuado el de diez o doce colleras.
1.2. Identificar a los perros mediante divisas o colores en los collares, además de la chapa de origen. Procurar que aquéllos de capa oscura porten campanillas o elementos visuales para su mejor distinción entre el monte.
1.3. Mantener a las rehalas dentro de la uniformidad de un tipo característico de perros, para que adquieran su propio estilo.
1.4. Solicitar a los podenqueros, dentro de lo posible, el uso de atuendos de acuerdo con la tradición, y que mantengan, asimismo, los clásicos elementos de llamada, especialmente la caracola.
2. Sobre la participación en la montería
2.1. Cumplir los horarios de cita a la junta y suelta en la mancha, batir con profesionalidad y rematar en los lugares determinados.
2.2. Respetar las manos y los agarres, sin cruzarse para llegar con ventaja a estos últimos salvo circunstancias extremas. Marcar las reses muertas en el interior de la mancha para facilitar la posterior localización.
2.3. No llevar a la montería perros enfermos que puedan contagiar a otros. Extremar la vigilancia de las perras en celo, que distraen en el monte a los demás y causan graves molestias a los rehaleros.
2.4. Aceptar la prioridad del montero para acudir al agarre en salvaguarda de los perros, cuando suceda en la cercanía de su puesto y no hubiera perrero alguno para rematar la res.
2.5. Descalificar y discriminar a quienes, a finales de la temporada y en las últimas monterías, abandonan en el campo a los perros que no desean.
IV A MODO DE REFLEXIÓN
Habiéndose llegado a esta situación, bueno sería que realizáramos un ejercicio de reflexión del que deberían salir triunfantes la tradición y la caballerosidad, el respeto a los derechos de los demás y la necesaria seguridad para cuantos se mueven entre solanas y umbrías.
En nuestras manos queda decidir de qué manera la montería tiene que perdurar.